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Información

Esta página difunde toda la información referente a El habla de Monterrey, macro-proyecto

de investigación sociolingüística que, en su inicio oficial, tuvo carácter interuniversitario,

una vez firmado un convenio cuya vigencia fue de septiembre de 1985 a agosto de 1987.

Mediante ese convenio, sus entonces directoras, Dora Esthela Rodríguez Flores (por el

ITESM) y Lidia Rodríguez Alfano y Alma Silvia Rodríguez Pérez (por la UANL), se

comprometieron a diseñarlo y adelantar su realización. Al final de ese periodo, los rectores

de ambas instituciones recibieron: los textos orales de un primer corpus que resulta

representativo de las formas de hablar del Área Metropolitana de Monterrey (ÁMM) de ese

momento; y una descripción fonético-fonológica y fraseológica del habla de 40 hablantes

de la Colonia Independencia. De 1987 a 1996, continuó siendo interuniversitario, una vez

retirada una de sus directoras, y desde 1996 a la fecha, la única directora ha sido Lidia

Rodríguez Alfano.


 

El propósito general del macroproyecto El habla de Monterrey es realizar estudios descriptivos para identificar los rasgos del uso oral del español en el noreste de México, que incluyen:


  • usos compartidos por otras variedades del español de América;
  • rasgos que tienen mucho en común con el español empleado en el resto del país, en cuanto la historia compartida ha conformado la identidad de los mexicanos como hablantes de un español mezclado con lenguas autóctonas, especialmente, el náhuatl;
  • unidades de origen sefardita traídos por los colonizadores del noreste que fundaron diversas poblaciones en el Nuevo Reyno de León, territorio que abarcaba los actuales estados mexicanos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas y Texas, USA; y
  • extranjerismos, aportados por efecto de la globalización, y por el proceso de constitución de la capital de Nuevo León como importante centro industrial de México.


 

De acuerdo con los planteamientos teórico-metodológicos en que se sustentan todos los trabajos de investigación, se admiten los siguientes presupuestos:


  • se entiende el sistema de la lengua como dinámico, por tanto, se ha superado la prescripción que catalogaba como “incorrecto” todo uso que no correspondiera al sistema entendido como “abstracto”, y se toma como presupuesto básico que la lengua española, como todas las lenguas naturales, son organismos vivos, sujeto a continuos cambios;
  • el uso de la lengua corresponde a la lengua hablada, por tanto, en El habla de Monterrey se estudian los rasgos de la oralidad como se presentan en los actos de enunciación,
  • cada acto de enunciación está conformado por la emisión y recepción de enunciados unidades mínimas del habla oral que (como equivalentes a las oraciones en el habla escrita) están constituidas por signos lingüísticos;
  • la lengua comprende los planos de expresión y contenido, que corresponden al significante y el significado en los signos lingüísticos;
  • los signos denominados ‘unidades léxicas’ son equivalen a los que, en los estudios morfológicos se designan ‘palabras’, y en cada uno de éstos se reconocen elementos menores, morfemas y fonemas definidos según relaciones formales (una de las cuales es la oposición);
  • es prioritario el estudio del lenguaje semiformal y semi-informal que en las muestras sometidas a estudio llegan a incluir rasgos del habla cotidiana;
  • en las investigaciones cuyo objeto de estudio sea el uso de unidades léxicas conformadas por una o por varias palabras, la descripción lingüística ha de complementarse con propuestas de las distintas corrientes de la pragmática, de modo que se consideren: las funciones del lenguaje, lo implícito como se propone en la retórica integrada, la relación del lenguaje y su contexto situacional que fundamenta la descripción de los actos de habla, los estudios de la atenuación y la cortesía, etc.;
  • en la dimensión textual-discursiva, es pertinente relacionar la enunciación con el contexto sociocultural y aun ideológico.


 En todos los estudios de El habla de Monterrey se han aprovechado aportaciones de la dialectología, la filología y la sociolingüística. De acuerdo con éstas, la descripción del uso se amplía mediante la aplicación de procedimientos cuantitativos que no llegan a la predicción sino solamente a la estadística descriptiva. Por lo tanto, en muchas ocasiones, se muestran rasgos de variación resultantes de la relación del objeto de estudio con los factores ‘sexo’, ‘edad’ y ‘educación’.


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